martes, 18 de noviembre de 2008

Novena en honor a La Virgen

Ya este próximo 27 de Noviembre celebramos el día en honor a Nstra Sra de La Medalla Milagrosa, por lo cual los invito a realizar su novena. Pueden hacerla en este enlace:


Oh María sin pecado concebida rogad por nosotros que recurrimos a vos.

jueves, 30 de octubre de 2008

Ven, Espíritu divino.

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tu le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. 

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amen

martes, 14 de octubre de 2008

AMAME COMO ERES

Conozco tu miseria, las luchas y las tribulaciones de tu alma, las debilidades de tu cuerpo, tu cobardía y tus pecados, y sabiéndolo te digo: "Dame tu corazón. ¡Ámame como eres!". Si esperas a ser un ángel para abandonarte al amor, no amarás jamás. Aún si eres débil en la práctica del deber y de la virtud, y si con frecuencia vuelves a caer en tus faltas y tu debilidad te consume, no te permito que no me des tu amor. ¡Ámame como eres!. En cada instante y en cualquier situación en la que tú estés, en el fervor o en la soledad, en la fidelidad, ámame como eres.

Yo quiero el amor de tu pobre corazón. Si esperas a ser un ángel no me amaras jamás.

¿Acaso no podría hacer de cada granito de arena un ángel radiante de pureza, de nobleza y de amor? ¿No Soy Yo el Omnipotente? Y si en cambio me agrada dejar aquellos maravillosos seres en el cielo y preferir el pobre amor de tu corazón, ¿Quién me lo impide? ¿Acaso no Soy Yo el dueño de Mi Amor?.

Hijo mío, deja que te ame. Quiero tu corazón. Ciertamente Yo quiero, con el tiempo, transformarte, pero por ahora Yo te amo como eres y deseo que tú hagas lo mismo. Yo quiero ver que del abismo de tu miseria sube tu amor. Amo en ti también tu debilidad, amo el amor de los pobres y de los miserables.

Quiero que desde este abismo suba continuamente, por siempre el grito grande:

"Jesús, yo te amo".

Quiero únicamente el canto de tu corazón. No tengo necesidad de tu ciencia ni de tus talentos. Me importa una sola cosa: "Verte trabajar con amor".

No son tus virtudes lo que yo deseo. Si te las diera, eres tan débil que ellas alimentarían tu amor propio. No te preocupes por esto. Yo habría podido destinarte para grandes cosas. No, serás el siervo inútil. Te quitaré aún lo poco que tienes, porque yo te he creado solamente para el amor.

Hoy Yo estoy a la puerta de tu corazón como un mendigo ¡Yo que Soy el Rey de los reyes!.

Toco en tú puerta y espero. Apresúrate a abrirme. No sufras tu miseria, porque si conocieras perfectamente tu miseria podrías morir de dolor. Lo que me heriría el Corazón sería el ver que tú dudas de mí y que no tienes confianza en mí. Yo quiero por siempre que tú hagas cada acción, aún la más insignificante, sólo por amor a Mí. Cuento contigo para que me des esta alegría.

No te preocupes porque no posees virtudes. Te daré la fuerza. Cuando me des tu amor, Yo te iluminaré más allá de todo lo que tu puedas soñar. Pero acuérdate: ámame como eres.

Yo te he dado a Mi Madre. Confía en ella absolutamente. Haz pasar todo a través de su Corazón, que es tan puro.

No me amarías jamás si esperas a ser un ángel. Te lo digo por cualquier duda de tu corazón.

Ve en paz.

jueves, 2 de octubre de 2008

4 de octubre: San Francisco de Asís

SAN FRANCISCO DE ASÍS.


ORACIÓN EN HONOR A LAS LLAGAS

Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a vos acudo, implorando vuestra poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro Señor os manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Vuestras llagas son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador os confió para que las distribuyeseis entre vuestros devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!, pedid por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en vuestra alma aquel día dichoso en que recibisteis la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando vuestros privilegios sobrenaturales, imite vuestros ejemplos y siga vuestras enseñanzas, viviendo y muriendo amando a Dios sobre todas las cosas.

Rezar 5 padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San Francisco. Concluir con la oración final:
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque os veo tan rico en tesoros divinos, vengo a pediros limosna. Dádmela generoso, por amor al buen Jesús y a nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hicisteis de dar por su amor todo lo que se os pidiese. Por amor de Dios os ruego que me obtengáis dolor de mis pecados, la humildad y el amor a vuestra pasión; conformidad con la voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores, perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas 
del Purgatorio. Os lo pido por amor de Dios. Así sea.



ORACIÓN
Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, siembre yo amor;
donde haya injuria, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya tristeza, alegría;
donde haya desaliento, esperanza;
donde haya sombras, luz.

¡Oh, Divino Maestro!
Que no busque ser consolado sino consolar;
que no busque ser amado sino amar;
que no busque ser comprendido sino comprender;
porque dando es como recibimos;
perdonando es como Tú nos perdonas;
y muriendo en Ti, es como nacemos a la vida eterna.




http://vmilagrosa.web44.net/1.htm

jueves, 11 de septiembre de 2008

Nuestra Señora de Coromoto Patrona de Venezuela


Hoy con júbilo celebramos la festividad de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona del pueblo de Venezuela. Les dejo esta oración.

Virgen y Madre nuestra de Coromoto, que siempre has preservado la fe del pueblo venezolano. En tus manos pongo sus alegrías y esperanzas, las tristezas y sufrimientos de todos tus hijos. Implora sobre los Obispos y Presbíteros los dones del Espíritu, para que, fieles a sus promesas sacerdotales, sean infatigables mensajeros de la Buena Nueva, especialmente entre los más pobres y necesitados. Infunde en los religiosos y religiosas el ejemplo de tu entrega total a Dios, para que en el servicio abnegado a los hermanos los acompañe en sus trabajos y necesidades. Madre de la Iglesia, alienta a los fieles laicos, comprometidos con la Nueva Evangelización, para que, con la promoción humana y la evangelización de la cultura, sean auténticos apóstoles en el Tercer Milenio. Protege a todas las familias venezolanas, para que sean verdaderas Iglesias domésticas, donde se custodie el tesoro de la fe y de la vida, donde se enseñe y se practique siempre la caridad fraterna. Ayuda a los católicos a ser sal y luz para los demás, como auténticos testigos de Cristo, presencia salvadora del Señor, fuente de paz, de alegría, de esperanza. Reina y Madre Santa de Coromoto, ilumina a quienes rigen los destinos de Venezuela, para que trabajen por el progreso de todos, salvaguardando los valores morales y sociales cristianos. Ayuda a todos y cada uno de tus hijos e hijas, para que, con Cristo Nuestro Señor y Hermano, caminen juntos hacia el Padre, en la unidad del Espíritu Santo.

martes, 9 de septiembre de 2008

La Salve

La Salve

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 
vida, dulzura y esperanza nuestra. 

Dios te salve. 

A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva, 
a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. 

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, 
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, 
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. 

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, 
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén

lunes, 8 de septiembre de 2008

8 de septiembre: La Virgen del Valle


LOS MILAGROS:

Desde hace cerca de cinco siglos sus devotos y los que no, acuden a diario al Valle del Espiritu Santo para ver de cerca a la "Virgencita", la de los ojos semidormidos y con cierta melancolia.

Es que no se puede ir a Margarita sin visitar el santuario de la Virgen del Valle.

Esa es una visita obligada y por demás gratificante. Conocer de cerca sus milagros, que por cierto son innumerables.

"Lagrimas de sangre"

Las lagrimas de sangre derramadas por la Virgen del Valle, y su aparición a la autora de la pintura, rosaura Gonzalo.

Dos racimos de lágrimas son el producto de las 7 oportunidades en que el rostro de la Virgen del Valle, plasmado en un lienzo por la artista plástica, ha derramado desde el 25 de Octubre de 1999, cuando lloró por primera vez.

 Otra revelación de la Virgen del Valle a Rosaura es que no quería que su imagen fuera elevada a su nicho en la Basílica del Espíritu Santo.

 El sábado 18 de Diciembre de 1999, se presentó a la pequeña floristería donde está el lienzo de la Virgen del Valle, un representante de la diócesis de Margarita, que preside el obispo Rafael Conde, para sellar el cuadro.

 El padre Roger Faneite, párroco del Valle del Espíritu Santo, fue el encargado de precintar el cuadro y levantar el acta que fue firmada por 5 testigos. 

CORONACION DE LA VIRGEN:

El 15 de agosto de 1910, cuando apenas comenzaba el gobierno de Juan Vicente Gómez, el Papa Pio X concedió la Canónica Coronación a la Virgen del Valle. Pero hubo de esperar un año para que se celebrara en el Valle del Espíritu Santo el acto de coronación, que estuvo a cargo del Obispo de Guayana Antonio María Durán a cuya diócesis pertenecía. Fue el 8 de septiembre de 1911.

DIA DE GLORIA 

El 8 de Septiembre es el gran día. El pueblo del Valle del Espíritu Santo se viste de fiesta para celebrar el día que la "Virgencita" acerca su divina gracia a sus devotos, no sólo de la isla sino de toda Venezuela y hasta de paices hermanos. La isla entera está de fiesta. Todos acuden a las fiestas, porque se han organizado bazares, pista de baile, ventas de comida, juegos de azar música por todas las partes. Y, por supuiesto, la misa celebrada, las comuniones colectivas y la presentación de las ofrendas, todo en el marco festivo que el pueblo tributa a la "Virgen Divina".

Desde entonces, se celebran las fiestas de la Virgen del Valle, que no solo conmueven a toda la gente de la isla, sino que haca venir a miles de peregrinos de todo el país, y en especial, del oriente.

La Virgen del Valle es la más antigua Imagen venerada en Venezuela.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Rosario en Honor Nstra Sra de La Medalla Milagrosa

Saludos de nuevo, en esta ocasión les traigo el hermoso Rosario de La Virgen de La Medalla Milagrosa.

Oración

Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa,
que te manifestaste a Santa Catalina Labouré,
como mediadora de todas las gracias,
atiende mi plegaria.
 
En tus manos maternales dejo todos mis intereses espirituales y temporales y te confío en particular
la gracia que me atrevo a implorar de tu bondad...
para que la encomiendes a tu divino Hijo
y le ruegues concedérmela,
si es conforme a tu voluntad
y ha de ser para el bien de mi alma.
 
Eleva tus manos al señor y vuélvelas luego hacia mi, Virgen poderosa; envuélveme en los rayos de tus gracias para que a la luz y al calor de esos rayos
me vaya desapegando de las cosas terrenas
y pueda marchar con gozo en tu seguimiento,
hasta el día en que bondadosamente
me acojas a las puertas de Cielo.
 
OH MARIA SIN PECADO CONCEBIDA,
RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI.
 
AMEN

Puedes ver rl texto completo en esta dirección:

http://mipagina.cantv.net/jandarcia/vmilagrosa/rosario.htm

Que Dios y la Santísima Virgen Maria siempre los bendigan.

sábado, 30 de agosto de 2008

súplicas para Tiempos Difíciles al Divino Niño Jesús

súplicas para Tiempos Difíciles al Divino Niño Jesús

Tengo mil dificultades: ayúdame.

De los enemigos del alma: sálvame.

En los desaciertos: ilumíname.

En mis dudas y penas: confórtame.

En mis soledades: acompáñame.

En mis enfermedades: fortaléceme.

Cuando me desprecien: anímame.

En las tentaciones: defiéndeme.

En las horas difíciles: consuélame.

Con tu corazón paternal: ámame.

Con tu inmenso poder: protégeme.

Y en tus brazos al expirar: recíbeme.

Amén.

También puedes visitar el sitio web dedicado al Diviuno Niño Jesús Pulsando Aquí.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Soy todo tuyo María

Virgen María, Madre mía me consagro a ti y confío en tus manos toda mi existencia.

Acepta mi pasado con todo lo que fue. Acepta mi presente con todo lo que es. Acepta mi futuro con todo lo que será.

Con esta total consagración te confío cuanto tengo y cuanto soy, todo lo que he recibido de Dios. Te confío mi inteligencia, mi voluntad, mi corazón.

Deposito en tus manos mi libertad; mis ansias y mis temores; mis esperanzas y mis deseos; mis tristezas y mis alegrías.

Custodia mi vida y todos mis actos para que le sea más fiel al Señor y con tu ayuda alcance la salvación.

Te confío ¡Oh María! mi cuerpo y mis sentidos para que se conserven puros y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.

Te confío mi alma para que Tú la preserves del mal. Hazme partícipe de una santidad igual a la tuya: Hazme conforme a Cristo, ideal de mi vida. Te confío mi entusiasmo y el ardor de mi juventud, para que Tú me ayudes a no envejecer en la fe.

Te confío mi capacidad y deseos de amar, enséñame y ayúdame a amar como Tú has amado y como Jesús quiere que se ame.

Te confío mis incertidumbres y angustias, para que en tu corazón yo encuentre seguridad, sostén y luz, en cada instante de mi vida. Con esta consagración me comprometo a imitar tu vida. Acepto las renuncias y sacrificios que esta elección comporta y te prometo, con la gracia de Dios y con tu ayuda, ser fiel al compromiso asumido. Oh María, soberana de mi vida y de mi conducta dispón de mí y de todo lo que me pertenece, para que camine siempre junto al Señor bajo tu mirada de Madre. ¡Oh María! soy todo tuyo y todo lo que poseo te pertenece ahora y siempre.

¡AMEN!

domingo, 24 de agosto de 2008

La Virgen de la Caridad del cobre


La Virgen de la Caridad del cobre

La tradición cuenta que en los primeros años del siglo XVII, dos indígenas y un niño negro esclavo de aproximadamente diez años, salieron en busca de sal desde Barajagua a la bahía de Nipe.
Los dos indígenas se llamaban Juan de Hoyos y Rodrigo de Hoyos y el niño, Juan Moreno, se los recuerda como "los tres Juanes"
Estas tres personas que trataban de encontrar sal, sólo pudieron llegar hasta la mitad de la Bahía de Nipe, a Cayo Francés, donde acamparon para refugiarse de una tormenta que se avecinaba. Pasado el temporal, reanudaron su viaje rumbo a las salinas de la costa. Pero de repente vieron venir un objeto blanco que flotaba sobre las olas y se les acercaba lentamente. Al principio creyeron que era un ave marina o ramas secas, pero aproximándose, vieron que se trataba de una imagen de la Virgen María con el niño. La tabla en donde estaba la pequeña estatua tenía una inscripción que decía: "Yo soy la Virgen de la Caridad", y según se cuenta, a pesar de la tormenta y del movimiento de las olas, ni la imagen de la Virgen, ni su ropa estaban mojadas. En el año 1687, el último testigo presencial, Juan Moreno de 85 años de edad, daba testimonio de dicho acontecimiento así: "...Estando una mañana la mar en calma salieron de dicho cayo francés para la dicha salida antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo Hoyos y este declarante. Embarcados en una canoa y apartados de dicho cayo francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podría ser, y acercándose más les pareció un pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios, parece una niña, y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Santísima Virgen con un niño Jesús en los brazos sobre una tablilla pequeña, y en dicha tablilla unas letras grandes, las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: 'Yo soy la Virgen de la Caridad', siendo sus vestiduras de ropaje se admiraron que no estaban mojadas, y en esto, llenos de gozo y alegría, cogieron sólo tres tercios de sal, se vinieron para el Hato de Barajagua". Después los tres volvieron a Barajagua y la estatua de la Virgen fue instalada en una ermita del lugar, pero la imagen desapareció una noche y reapareció en la mañana, el hecho se repitió dos o tres veces más, hasta que los pobladores pensaron que la Virgen quería cambiar de lugar y fue colocada en el altar mayor de la iglesia parroquial, en donde estuvo unos tres años, pero también de allí desaparecía en algunas ocasiones. Cierto día una niña, llamada Apolonia, subió hasta el cerro de las minas de cobre donde trabajaba su madre y vio la imagen de la Virgen de la Caridad en la cima. Los pobladores pensaron entonces que ella quería estar allí y tiempo después llevaron la estatua de la Santísima Virgen hasta su nuevo altar en ese lugar. A petición de los veteranos de la guerra de Independencia fue declarada patrona de Cuba por Su Santidad Benedicto XV en 1916 y se fijó su festividad para el 8 de Septiembre. Durante más de tres siglos la imagen de la Virgen ha permanecido en su Santuario del Cobre, con los años se comenzó a construir un templo de mayor tamaño, que fue inaugurado solemnemente el día 8 de Septiembre de 1927. En 1977, el Papa Pablo VI lo elevó a la categoría de Basílica.

jueves, 21 de agosto de 2008

UNICA MEDALLA TRAIDA DEL CIELO

Las MEDALLAS tienen su origen en la devoción, en el amor o en la imaginación de personas devotas. En cambio la MEDALLA DE LA MILAGROSA o NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA, fue ideada y mandada hacer, con todos sus detalles en las dos caras (Anverso y Reverso), por la misma Virgen María.

Para leer el artículo completo puedes hacer clic aquí

O puedes hacer clic directamente en este enlace:

http://mipagina.cantv.net/jandarcia/vmilagrosa/cielo.html

martes, 19 de agosto de 2008

Actualidad Católica

Bendiciones. Si quieres estar al tanto de toda la actualidad católica te dejo esta url

http://actualidadcatolica.site88.net/actualidad.html

En esta dirección encontrarás diversas lecturas, oraciones, noticias, vidas ejemplares etc.

Oh María sin pecado concebida rogar por nosotros que recurrimos a vos.

jueves, 6 de marzo de 2008



Juan Ciudad Duarte nació de padres humildes en Montemayor el Nuevo (Portugal), el año 1495. Eran años de efervescencia, al reclamo de los nuevos descubrimientos. Juan partió de su pueblo cuando sólo tenía ocho años. Entró en España y se quedó en Oropesa. Más tarde seguiría su aventura.

Entra a servir en casa de un rico propietario. El dueño le propone un ventajoso matrimonio con su hija. Juan no quiere atarse y desaparece. Se alista en el ejército. Lucha como San Ignacio en Fuenterrabía. Sufre muchas peripecias. Por un descuido es expulsado y regresa a Oropesa.

Vuelve al ejército contra los turcos y llega hasta Viena. A la vuelta pasa por su pueblo. Luego reside en Sevilla, Ceuta, Gibraltar y Algeciras, siempre con ocupaciones diversas. Su vida es una perpetua aventura.

A los 42 años llega a Granada. Allí se realizó su conversión. «Granada será tu cruz», le dice el Señor. Desde ahora se llamará Juan de Dios. Predicaba en Granada San Juan de Ávila, y con tales colores y tonos predicó sobre la belleza de la virtud y sobre la fealdad del pecado, con tantos ardores habló sobre el amor de Dios, que Juan se sintió como herido por un rayo. Se tiraba por el suelo, mientras repetía: «Misericordia, Señor, misericordia». Quemó los libros que vendía de caballería, repartió los piadosos, lo dio todo, y corrió por las calles de la ciudad descalzo y gritando sus pecados y su arrepentimiento como uno que ha perdido el juicio.

Los niños le seguían burlándose: ¡Al loco, al loco! Nadie entendía aquella divina locura. Sólo Juan de Ávila que le animó a encauzar aquellos arrebatos en alguna obra permanente de caridad. Y Juan concentró ahora todo su entusiasmo en una nueva Orden: La Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios. «Haceos el bien, hermanos», repetía sin cesar.

Sus primeros compañeros los reclutó el fundador entre la gente más desharrapada: un alcahuete, un asesino, un espía y un usurero. Esa es la fuerza del amor. Un converso que saca del fango a cuatro truhanes y los hace héroes cristianos. Sobre estas cuatro columnas apoyará su obra.

Peregrina a Guadalupe. Vuelve a Granada y recoge los primeros enfermos. Es el precursor de la beneficencia moderna. Acoge a los enfermos, los cura, los limpia, los consuela, les da de comer. Todo es limpieza, orden y paz en la casa. Por la noche mendiga por la ciudad para los enfermos. Todos se le abren. Todos le ayudan. Es muy expresivo el cuadro de Murillo: va el Santo con el cesto lleno por la ciudad, carga con un enfermo ulceroso que representa a Jesucristo y un ángel le sostiene y le guía.

Un día se declaró un incendio en el Hospital. Había peligro de que todos los enfermos quedaran abrasados. Juan de Dios, desoyendo a los prudentes, se metió en el fuego, dispuesto a dar la vida, cogió uno a uno sobre sus espaldas y los salvó a todos. A él únicamente se le chamuscaron los vestidos. Las llamas de su amor fueron más fuertes que el fuego.

Los enfermos crecían: Salió Juan a colectar por Andalucía, y por Toledo hasta Valladolid. Felipe II le favoreció regiamente. Al volver enfermó. Se enteró que el Genil arrastraba mucha madera. Bien le vendría para sus enfermos. Se levanto y se lanzó al río. Vio además que un joven se ahogaba. El esfuerzo supremo que hizo por salvarle acabó de agotar sus fuerzas.

Su lecho fue un desfile continuo de gentes que querían ver a su padre y bienhechor, hasta los gitanos del Sacromonte y del Albaicín. Esperó la muerte de rodillas, y mirando al crucifijo dejó de latir su ardiente corazón.

Puedes acceder al sitio en honor a La Virgen de La Medalla Milagrosa haciendo clcic AQUI


domingo, 2 de marzo de 2008

Donde está María allí, está Cristo. Su Santidad Juan Pablo II


"María se puso en camino y fue aprisa a la montaña..." (Lc 1, 39).


Resuenan en nuestro corazón las palabras del evangelista san Lucas: "En cuanto oyó Isabel el saludo de María, (...) quedó llena de Espíritu Santo" (Lc 1, 41). El encuentro entre la Virgen y su prima Isabel es una especie de "pequeño Pentecostés".
Quisiera subrayarlo prácticamente en las víspera de la gran solemnidad del Espíritu Santo. En la narración evangélica, la Visitación sigue inmediatamente a la Anunciación: la Virgen santísima, que lleva en su seno al Hijo concebido por obra del Espíritu Santo, irradia en torno a sí gracia y gozo espiritual. La presencia del Espíritu en ella hace saltar de gozo al hijo de Isabel, Juan, destinado a preparar el camino del Hijo de Dios hecho hombre.


Donde está María, allí está Cristo; y donde está Cristo, allí está su Espíritu Santo, que procede del Padre y de él en el misterio sacrosanto de la vida trinitaria. Los Hechos de los Apóstoles subrayan con razón la presencia orante de María en el Cenáculo, junto con los Apóstoles reunidos en espera de recibir el "poder desde lo alto". El "sí" de la Virgen, "fiat", atrae sobre la humanidad el don de Dios: como en la Anunciación, también en Pentecostés. Así sigue sucediendo en el camino de la Iglesia.


Reunidos en oración con María, invoquemos una abundante efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia entera, para que, con velas desplegadas, reme mar adentro en el nuevo milenio. De modo particular, invoquémoslo sobre cuantos trabajan diariamente al servicio de la Sede apostólica, para que el trabajo de cada uno esté siempre animado por un espíritu de fe y de celo apostólico. Es muy significativo que en el último día de mayo se celebre la fiesta de la Visitación. Con esta conclusión es como si quisiéramos decir que cada día de este mes ha sido para nosotros una especie de visitación. Hemos vivido durante el mes de mayo una continua visitación, como la vivieron María e Isabel. Damos gracias a Dios porque la liturgia nos propone de nuevo hoy este acontecimiento bíblico.

Puedes entrar al sitio en Internet en Honor a Nuestra Señora de La Medalla Milagrosa pulsando AQUI.

domingo, 24 de febrero de 2008

Santa Matilde y el Sagrado Corazón de Jesús.

SANTA MATILDE

Santa Matilde tuvo algunas revelaciones sobre el Corazón de María. El mismo Jesucristo le enseñó a honrar al Corazón de la Divina Madre con las diez salutaciones siguientes:

1. Te saludo de lo íntimo de mi alma, Corazón virginal de la Santísima Madre de Cristo, por la afluencia de todos los bienes, con los cuales fuiste gratísimo a Dios y beneficioso a los hombres.

2. Te saludo, Corazón Purísimo de la niña, que fue la primera en hacer voto a su virginidad.

3. Te saludo, Corazón humildísimo de aquella que más que nadie mereció concebir del Espíritu Santo.

4. Te saludo, Corazón devotísimo y deseosísimo, que llevaste a Cristo en las entrañas de María.

5. Te saludo, Corazón llenísimo de caridad, ardentísimo en el amor de Dios y a los hombres.

6. Te saludo, Corazón fidelísimo, que conservaste diligentemente todas las palabras y las obras de Jesús.

7. Te saludo, Corazón pacientísimo, llagado continuamente con la espada de la pasión de Cristo.

8. Te saludo, Corazón excelentísimo de la piadosa Madre, que quiso y hasta prefirió que su Hijo único fuese inmolado por la redención del mundo.

9. Te saludo, Corazón grandemente solícito en las oraciones, intercediendo continuamente por la joven Iglesia.

10. Te saludo, Corazón diligentísimo en la contemplación, que con tus méritos alcanzas la gracia de los hombres».

En su libro de las Revelaciones, dirigiéndose en tercera persona, Santa Matilde escribe lo siguiente:

“Saluda al Corazón virginal de mi Madre en la superabundancia de los dones admirables en Él recogidos. Ella ha sido la más santa de todas las criaturas... la más humilde..., la más piadosa y recogida..., la más amante de Dios y del prójimo..., la más inteligente..., la más paciente..., la más fiel..., y sacrificó su Hijo único por la salud del mundo. Ha empleado mejor que nadie su oración, rogando por la Iglesia desde sus principios. En fin, ha sido la más perseverante en la contemplación, y con ello alcanza cada día tantas gracias para los pobres mortales”.

Puedes visitar el sitio web de Nstra Sra de La Medalla Milagrosa AQUÍ


Este artículo fué extraído del libro: Reina, Señora y Madre de Santiago Vanegas Cáceres. Y con autorización para ser publicado en este sitio Web.

domingo, 3 de febrero de 2008

Mensaje de su Santidad Benedicto XVI para la Cuaresma 2008:

MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2008

“Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico,
por vosotros se hizo pobre” (
2Cor 8,9)

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Cada año, la Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos. En el tiempo cuaresmal la Iglesia se preocupa de proponer algunos compromisos específicos que acompañen concretamente a los fieles en este proceso de renovación interior: son la oración, el ayuno y la limosna. Este año, en mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, deseo detenerme a reflexionar sobre la práctica de la limosna, que representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales. Cuán fuerte es la seducción de las riquezas materiales y cuán tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas, lo afirma Jesús de manera perentoria: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13).

La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación, educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial, al igual que sucedía en la Iglesia primitiva. San Pablo habla de ello en sus cartas acerca de la colecta en favor de la comunidad de Jerusalén (cf. 2Cor 8,9; Rm 15,25-27 ).

2. Según las enseñanzas evangélicas, no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo. Como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, los bienes materiales tienen un valor social, según el principio de su destino universal (cf. nº 2404).

En el Evangelio es clara la amonestación de Jesús hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan solo para sí mismos. Frente a la muchedumbre que, carente de todo, sufre el hambre, adquieren el tono de un fuerte reproche las palabras de San Juan: “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1Jn 3,17). La llamada a compartir los bienes resuena con mayor elocuencia en los países en los que la mayoría de la población es cristiana, puesto que su responsabilidad frente a la multitud que sufre en la indigencia y en el abandono es aún más grave. Socorrer a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad.

3. El Evangelio indica una característica típica de la limosna cristiana: tiene que ser en secreto. “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, dice Jesús, “así tu limosna quedará en secreto” (Mt 6,3-4). Y poco antes había afirmado que no hay que alardear de las propias buenas acciones, para no correr el riesgo de quedarse sin la recompensa de los cielos (cf. Mt 6,1-2). La preocupación del discípulo es que todo vaya a mayor gloria de Dios. Jesús nos enseña: “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestra buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,16). Por tanto, hay que hacerlo todo para la gloria de Dios y no para la nuestra. Queridos hermanos y hermanas, que esta conciencia acompañe cada gesto de ayuda al prójimo, evitando que se transforme en una manera de llamar la atención. Si al cumplir una buena acción no tenemos como finalidad la gloria de Dios y el verdadero bien de nuestros hermanos, sino que más bien aspiramos a satisfacer un interés personal o simplemente a obtener la aprobación de los demás, nos situamos fuera de la óptica evangélica. En la sociedad moderna de la imagen hay que estar muy atentos, ya que esta tentación se plantea continuamente. La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros. ¿Cómo no dar gracias a Dios por tantas personas que en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática, llevan a cabo con este espíritu acciones generosas de sostén al prójimo necesitado? Sirve de bien poco dar los propios bienes a los demás si el corazón se hincha de vanagloria por ello. Por este motivo, quien sabe que “Dios ve en el secreto” y en el secreto recompensará no busca un reconocimiento humano por las obras de misericordia que realiza.

4. Invitándonos a considerar la limosna con una mirada más profunda, que trascienda la dimensión puramente material, la Escritura nos enseña que hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20,35). Cuando actuamos con amor expresamos la verdad de nuestro ser: en efecto, no hemos sido creados para nosotros mismos, sino para Dios y para los hermanos (cf. 2Cor 5,15). Cada vez que por amor de Dios compartimos nuestros bienes con el prójimo necesitado experimentamos que la plenitud de vida viene del amor y lo recuperamos todo como bendición en forma de paz, de satisfacción interior y de alegría. El Padre celestial recompensa nuestras limosnas con su alegría. Y hay más: San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perdón de los pecados. “La caridad –escribe– cubre multitud de pecados” (1P 4,8). Como a menudo repite la liturgia cuaresmal, Dios nos ofrece, a los pecadores, la posibilidad de ser perdonados. El hecho de compartir con los pobres lo que poseemos nos dispone a recibir ese don. En este momento pienso en los que sienten el peso del mal que han hecho y, precisamente por eso, se sienten lejos de Dios, temerosos y casi incapaces de recurrir a él. La limosna, acercándonos a los demás, nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de auténtica conversión y reconciliación con él y con los hermanos.

5. La limosna educa a la generosidad del amor. San José Benito Cottolengo solía recomendar: “Nunca contéis las monedas que dais, porque yo digo siempre: si cuando damos limosna la mano izquierda no tiene que saber lo que hace la derecha, tampoco la derecha tiene que saberlo” (Detti e pensieri, Edilibri, n. 201). Al respecto es significativo el episodio evangélico de la viuda que, en su miseria, echa en el tesoro del templo “todo lo que tenía para vivir” (Mc 12,44). Su pequeña e insignificante moneda se convierte en un símbolo elocuente: esta viuda no da a Dios lo que le sobra, no da lo que posee sino lo que es. Toda su persona.

Este episodio conmovedor se encuentra dentro de la descripción de los días inmediatamente precedentes a la pasión y muerte de Jesús, el cual, como señala San Pablo, se ha hecho pobre a fin de enriquecernos con su pobreza (cf. 2Cor 8,9); se ha entregado a sí mismo por nosotros. La Cuaresma nos empuja a seguir su ejemplo, también a través de la práctica de la limosna. Siguiendo sus enseñanzas podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total; imitándole conseguimos estar dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos. ¿Acaso no se resume todo el Evangelio en el único mandamiento de la caridad? Por tanto, la práctica cuaresmal de la limosna se convierte en un medio para profundizar nuestra vocación cristiana. El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor. Por tanto, lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira formas distintas de don, según las posibilidades y las condiciones de cada uno.

6. Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma nos invita a “entrenarnos” espiritualmente, también mediante la práctica de la limosna, para crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo mismo. Los Hechos de los Apóstoles cuentan que el Apóstol San Pedro dijo al hombre tullido que le pidió una limosna en la entrada del templo: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, echa a andar” (Hch 3,6). Con la limosna regalamos algo material, signo del don más grande que podemos ofrecer a los demás con el anuncio y el testimonio de Cristo, en cuyo nombre está la vida verdadera. Por tanto, que este tiempo esté caracterizado por un esfuerzo personal y comunitario de adhesión a Cristo para ser testigos de su amor. María, Madre y Sierva fiel del Señor, ayude a los creyentes a llevar adelante la “batalla espiritual” de la Cuaresma armados con la oración, el ayuno y la práctica de la limosna, para llegar a las celebraciones de las fiestas de Pascua renovados en el espíritu. Con este deseo, os imparto a todos una especial Bendición Apostólica.

Vaticano, 30 de octubre de 2007

BENEDICTUS PP. XVI

domingo, 20 de enero de 2008

::: LA VIRGEN MARÍA ::::





Fray Antonio Corredor, ofm, Director del Secretariado para España del Círculo Mariano de Bendición, en su libro “María en Ejemplos” hace un magnífico resumen de la vida de la Virgen María, según los evangelios y la tradición:

“Los padres de la Virgen fueron San Joaquín y Santa Ana, los cuales, aunque de ascendencia real, vivían en una condición modesta. Se cree que eran vecinos de Nazaret, pero otros afirman que de Jerusalén.

Eran estériles, mas el Ángel del Señor les anunció que tendrían descendencia en su matrimonio.

Y nació una niña a la que pusieron el nombre de María, que quiere decir “muy amada”, “soberana”, “beldad omnipotente”.

Transcurrido el tiempo reglamentario, Santa Ana presentó en el Templo a su hija.

Después, a los tres años, la consagraron sus padres al Señor, y la dejaron con otras jovencitas, al servicio del Templo.

Se educaba esmeradamente y recibía, sobre todo, especial formación religiosa.

Por entonces fallecieron sus padres Joaquín y Ana.

A los catorce años, fue desposada con un varón justo, llamado José, de oficio carpintero, que debía tener, según costumbre entre los judíos, unos dieciocho años de edad.

Los dos habían hecho voto de virginidad y decidieron vivir en Nazaret.

Un día, estando en oración, se aparece a María el Arcángel San Gabriel, y le anuncia que iba a ser Madre de Dios, misterio que se realiza, al pronunciar la Virgen aquellas palabras: “He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra”.

Visita, después, a su prima Santa Isabel, la cual, al verla, le da la enhorabuena, contestándole María con el maravilloso cántico del “Magníficat”.

En sus sueños, se aparece un Ángel a San José y le disipa las dudas que lo atormentaban sobre el estado de su esposa María.

Según decreto del César, viajan a Belén, para empadronarse, María y José, y allí nace el Niño Jesús, al que Ella atiende y cuida como verdadera madre.

Los pastores avisados por el Ángel, marchan gozosos, a adorar al Mesías.

A los ocho días del nacimiento, celebran la circuncisión, y le ponen por nombre Jesús, que quiere decir Salvador.

Pasados cuarenta días, llevan al Niño al Templo de Jerusalén, para el rito de la purificación y para la presentación del Niño al Señor.

El anciano Simeón profetiza a María que una espada traspasaría su alma de dolor. Sigue la Sagrada Familia viviendo en Belén, y por entonces se realiza la adoración de los Reyes Magos, que ofrecen al Niño - Dios, oro, incienso y mirra.

Huyendo de la persecución de Herodes, José y María se instalan, con el Niño, en Egipto.

A un aviso del Ángel, regresan del exilio, domiciliándose en Nazaret.

A los doce años, Jesús se pierde en Jerusalén, donde al cabo de tres días, le encuentran sus padres en el Templo, sentado entre los Doctores de la Ley.

José y María viven, en Nazaret, dieciocho años más, y Jesús les estaba sujeto.

Muere San José en brazos de Jesús y de María.

Se despide Jesús de su Madre y recibe el bautismo de manos de San Juan Bautista. Madre e Hijo son invitados a las bodas de unos familiares en Caná de Galilea, y obra el Mesías el primer milagro a instancias de su Madre.

María baja a Cafarnaún con Jesús y los parientes.

En Nazaret, intentan arrojar al Señor desde la cima del monte, escena que, según la tradición contempla inquieta, María Santísima.

Durante la vida pública del Salvador, su Madre se mantiene en el silencio.

Es probable que asistiera a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén el domingo de Ramos.

En la calle de la Amargura, se encuentra con su Hijo, nuestro divino Salvador. Sigue tras él hasta la cima del Calvario, y allí asiste a la Crucifixión y permanece tres horas junto a la Cruz.

Oye las palabras de Jesús, señalándole a San Juan: “¡Mujer, he ahí a tu Hijo!”, y dirigiéndose a San Juan: “¡He ahí a tú Madre!”.

Escucha también la última frase del Redentor, poco antes de morir: “¡Todo está consumado!” José y Nicodemo bajan de la Cruz el cuerpo ensangrentado de Jesús y lo colocan sobre las rodillas de la Madre Dolorosa.

Los discípulos conducen el sagrado cuerpo al sepulcro, y los siguen la Virgen y las tres Marías.

El domingo, o sea, al tercer día, resucita Jesús, victorioso, y a la primera persona a quien se aparece es a su Madre, para consolarla.

En el Monte de los Olivos, la Virgen, con los discípulos, asisten a la Ascensión del Señor.

Hallándose los apóstoles en el Cenáculo, con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús, reciben al Espíritu Santo, el día de Pentecostés.

Presta ayuda y consuelo a la Iglesia naciente y narra a San Lucas todo lo que éste escribe en su Evangelio sobre el nacimiento y la infancia de Jesús.

Viviendo todavía en carne mortal, se aparece al apóstol Santiago, en Zaragoza, y lo anima a seguir evangelizando a los españoles.

Según la tradición, el Arcángel San Gabriel comunica a María Santísima su inminente extinción terrenal, aunque sin pasar por la corrupción del sepulcro.

Los apóstoles y discípulos de Jesús, esparcidos por el mundo entero, se encuentran prodigiosamente reunidos en la Ciudad Santa y asisten al tránsito y sepelio de la Virgen María.

Se cree que la Virgen vivió sesenta y dos años en este mundo.

Al tercer día, resucitó triunfalmente, siendo asunta al Cielo.

Allí es coronada por la Santísima Trinidad como Reina de la Creación, de los Ángeles y de los Santos.

Y desde allí ejerce su misión de omnipotencia suplicante, de mediadora y dispensadora de las gracias de la Redención”.

El texto de esta entrada, corresponde al libro, María, Reina y señora de Santiago Vanegas Cáceres. Se autoriza la publicación del contenido de este artículo a este sitio web.

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domingo, 13 de enero de 2008

::: ORACIONES :::


CUANDO EL ALMA SE AGITA EN EL TEMOR

“¡Oh Virgen, digna de la veneración del mundo, Madre digna de ser amada del género humano, mujer digna de la admiración de los ángeles! ¡Oh María Santísima, cuya bienaventurada virginidad consagra toda castidad, cuyo parto glorioso salva toda fecundidad! ¡Oh gran Señora, a la que da gracias la alegre asamblea de los justos y junto a la cual se refugia la muchedumbre aterrorizada de los culpables! hacia ti yo pecador, muy pecador por desgracia, corro buscando refugio”. “Es tal temor y el espanto que siento, ¡Oh Señora muy clemente!, que imploro más ardientemente que nunca tu intervención, ya que tú has alimentado en tu seno a aquel que reconcilió el mundo. ¿De dónde esperar con más seguridad un socorro rápido en mis necesidades, más que de ahí de donde ha venido el sacrificio propiciatorio que salvó al mundo? ¿Qué intercesión podrá obtener más fácilmente el perdón de los culpables, como la vuestra?”. “Oh Virgen, de quién ha nacido el Dios hombre para salvar al hombre pecador!, he aquí un hombre, hele aquí en presencia de tu buen Hijo, en presencia de tu buena madre; este pecador se arrepiente, gime e implora. Os conjuro, pues, buen Maestro y buena Señora, tierno Hijo y tierna Madre, os conjuro por esta verdad misma, por esta esperanza muy especial de los pecadores; así como tú eres verdaderamente su hijo y tú verdaderamente su Madre, a fin de salvar al pecador, haced que el pecador, que soy yo, sea absuelto y curado, curado y salvado”.

SÚPLICA A MARÍA


“Ahora me llego a Ti, la única Virgen y Madre de Dios; caigo de rodillas ante Ti, me humillo ante Ti; te suplico que sean borrados mis pecados, que hagas que yo ame la gloria de tu virginidad, que me otorgues también consagrarme a Dios y a Ti: ser esclavo de tu Hijo y tuyo y servir a tu Señor y a Ti. A Jesús como a mi Hacedor, a ti, María, como a Madre de nuestro Hacedor; a él como Señor de las virtudes, a ti como esclava del Señor de todas las cosas; a él como a Dios, a ti como a Madre de Dios, a él como a mi Redentor, a ti como a obra de mi redención. Porque lo que ha obrado en mi redención, lo ha formado en la verdad de tu persona. El que fue hecho mi Redentor fue hecho Hijo tuyo. El que fue precio de mi rescate tomó de tu carne su cuerpo mortal, con el cual suprimirá mi muerte; sacó un cuerpo mortal de tu cuerpo mortal, con el cual borrará mis pecados que cargó sobre sí; tomó de ti un cuerpo sin pecado; tomó de la verdad de tu humilde cuerpo mi naturaleza, que él mismo colocó en la gloria de la mansión celestial sobre los ángeles como mi predecesora a tu reino. Por eso yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Por eso tú eres mi señora, porque eres esclava de mi Señor. Por eso yo he sido hecho esclavo, porque tu has sido hecha Madre de mi Hacedor. Te suplico, Virgen Santa, que yo reciba a Jesús de aquel Espíritu de quien tu engendraste a Jesús; que mi alma reciba a Jesús con aquel Espíritu por el cual tu carne recibió al mismo Jesús. Por aquel espíritu que me sea posible conocer a Jesús, por quien te fue posible a ti conocer, concebir y dar a luz a Jesús. Que exprese conceptos humildes y elevados a Jesús en aquel espíritu en quien confiesa que tú eres la esclava del Señor, deseando que se haga en ti según la palabra del ángel. Que ame a Jesús en aquel Espíritu en quién tú lo adoras como Señor y lo contemplas como Hijo. Que tema a este mismo Jesús tan verdaderamente como verdaderamente él mismo, siendo Dios, es obediente a sus padres”.

El contenido de esta entrada pertenece al libro, Reina, Señora y Madre, de Santiago Vanega Cáceres y con permiso expreso para ser publicado en este sitio.

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